Las ventas van mal

Si hablásemos de futbol, diríamos que esto es un tópico, que es la frase que lo engloba todo, que todo cabe bajo esta sentencia.

Pero cabe preguntarse muchas cosas con respecto a esta afirmación, por llamarla de alguna forma.

Van mal, respecto al año anterior, respecto a un periodo concreto de tiempo. Se han tenido presente variables, como climatología, situación real del mercado.

Van mal, en función de lo que esperábamos, nuestro deseo o presupuesto, era el acertado, era realista. Teníamos todos los datos reales, confirmados, para poder esperar un resultado diferente del obtenido.

Van mal, pero la gran pregunta, que no todos o no se hacen, o temen poder hacerla y mucho menos contestar. ¿Hemos hecho todo lo posible, todo lo necesario para que fuesen mejor?. Normalmente la respuesta, es no, no y mucho me temo que no.

No hemos creado ni el ambiente, ni el formato, ni las condiciones reales para que esto pase. 

La tienda no ha tenido precios de oferta. No hemos sacado promociones en el momento adecuado. No hemos dado salida a productos que ya son como de la familia, por el tiempo que llevan con nosotros.

No hemos identificado cuales eran los productos que más vendíamos, para poder sacarles mejor rendimiento. Ni hemos reaccionado a tiempo, de aquellos de los que deberíamos haber puesto en promoción, o incluso liquidación. Saneando nuestro stock, mejorando nuestro rendimiento económico, dejando espacio para otros productos, que nos hubieran dado más beneficio.

No hemos aprovechado las campañas locales de promociones en días puntuales. Creemos que a nosotros nadie nos tiene que aconsejar o enseñar en lo que tenemos y cómo debemos hacer las cosas.

No hemos preparado al personal de ventas en la tienda, para superar las ventas, para atender mejor al cliente. Para que con su implicación en el negocio, puedan tener incentivos por la cifra final de la campaña

Tampoco, hemos querido destacar el nombre de la tienda, su aspecto exterior, para llamar más al consumidor, es escaparate, tiene una interesante fauna de animales, que, con el polvo y la suciedad, viven en un adorable pero improductivo ecosistema.  Nos repetimos, que si el cliente quiere entrar, no necesitamos llamarle la atención. Que lo  interesante esta dentro, o al menos, eso pensamos nosotros.

No adecuamos nuestros medios a las nuevas tecnologías, porque si siempre se ha hecho así, para que lo vamos a cambiar. Seguimos anotando en la libreta de los recados, repasando todo manualmente. No somos conscientes, que ese precioso tiempo, se puede emplear en atender mejor al consumidor, en cuidar mas de la tienda, en formarse en cosas nuevas.

Desconocemos, olvidamos, damos la espalda a realidades, que como no salimos de nuestro castillo, o sea nuestra maravillosa oficina, nos ofrece una visión oscura y desubicada de la realidad. No sabemos que siente, que opina el cliente. Que dicen cuando compran este o aquel producto, o mejor cuando no lo compran. No vemos sus caras, sus reacciones, sus deseos.

No tenemos que esperar que nos lo cuenten, debemos ser una parte activa, una parte que sepa aportar soluciones cuando todavía hay tiempo y pasos a dar para mejorar el negocio.

No vale lo de siempre, el mercado cambia a pasos de elefante, el consumidor evoluciona más rápido que nuestro pensamiento. Nuestro paso en contra de la verdad del momento, no hay más que hundirnos en la nada, en la oscuridad, en perder ventas y oportunidades de mercado.

No hay dos o más ocasiones en donde poder retomar el buen camino.

Un cliente descontento no solo es alguien que no vuelve, es quienes dice a sus conocidos, no merece la pena ir allá.

Una tienda, es nuestro santuario, sea del producto que sea. No atenderlo, no cuidarlo, es no amar nuestro trabajo, nuestro negocio.

Atenderlo desde la distancia, o desde la indiferencia, es condenarnos al fracaso, a nosotros a todo nuestro equipo.

No visitar otras tiendas, no formarse en cosas nuevas, no leer, ver y escuchar a todos los actores que forman parte de nuestro mundo, es estar ciego, pese a ver la cosas con nuestros egoístas ojos.

Vender, atender al consumidor, es un arte, es algo que debemos aprender de nuevo cada día.

Deseemos poder tener nuestro establecimiento como a nosotros nos gustaría encontrarlo cuando vamos de clientes a otros sitios.

Con una entrada atractiva, con un aparador que llame a la atención.

Con los artículos con precio, tener que preguntar cada vez, mata la venta

Las promociones sean claras, que tengan los precios anteriores y el nuevo. Que destaquen el descuento. Que no lo dejen a nuestra imaginación

Que el personal de la tienda tenga uniforme, o una ropa adecuada a la presencia que se espera. Que el ambiente de música o de temperatura sea el adecuado. Estar con un trozo de papel dándote fresco en verano, no es la mejor invitación para estar comprando.

Que tengamos luz, si un cliente para ver un precio ha de poner la luz de su teléfono, es una señal de que algo no funciona demasiado bien en donde hemos entrado.

Que la caja atienda rápido, las colas son el peor comunicador de cosas malas en una tienda.

Que el personal atienda rápido, con una sonrisa, con propuestas adecuas y que aporten valor al consumidor. Una sonrisa a tiempo, son ventas para mucho más tiempo.

Que si eres un especialista de algo, se nota desde el primer paso que pongamos en el local.

Transmitir conocimiento, sabiduría, amabilidad, poder comunicar cosas positivas, suman ventas, ganan consumidores satisfechos.

Pero es mucho más sencillo, más fácil decir que las ventas van mal. Que todo es culpa de otros, del mercado, del tiempo, de la competencia. Del universo que esta en nuestra contra.

Por todo ello, nosotros nos gusta poder escuchar cuales son tus retos, cuales son tus problemas. Estamos para proponer soluciones con sentido, para caminar juntos, para saber que necesita el mercado, Tratar a cada uno de nuestros clientes con todo el tiempo, con todos los medios de los que disponemos.

Consulta sin compromiso, veras como juntos podemos caminar mejor, con soluciones que nos permitan decir, “las ventas van muy bien”.

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